Choque de Mundos!

Es uno de los mejores fics que he leido en toda mi vida...

Sinopsiiis

Si tuvieras el poder de cambiar tu destino ¿lo harías? La época: Antes de que el señor oscuro caiga ante Harry Potter, la antigua orden del fénix se enfrenta a terribles dificultades y un grupo nuevo llegará a auxiliarles... el problema es que son del fut

HuM... creo que isa me habia mandado el link de ese... pero me dio pereza leerlo xD

jaja de lo que te perdes! pq es exceletne!

Unos Misteriosos Aliados
Bajo la tenue luz de la luna que iba a medio camino de estar completamente llena, en un paraje de un bosque desconocido, una brillante luz apagó momentáneamente las estrellas del firmamento. Una cálida, muy brillante y roja luz.
¡THUDD!
El sonido poco familiar en el bosque hizo que algunas aves que dormían plácidamente en sus nidos volaran molestas ante esta poco convencional entrada.
-¿Podría el dueño de este pie quitármelo de encima? –dijo una voz que provenía del nudo de túnicas que había aparecido de la brillante luz.
-¡AY! –la dueña del pie gritó al sentir como era jalado en un ángulo anormal - ¡Cuidado que me haces daño! Deja lo muevo yo.
-¡Bhero bo a bi bfoca! –sonó de pronto una segunda voz masculina
-Perdón, perdón
-¿Quién esta en la cima de la columna? Porque créanme que no son unas ligeras plumas –dijo otra voz masculina mas disgustada que las anteriores
-Yo… -dijo una curiosa e indiferente voz femenina
-Pues… si eres tan amable de quitarte de encima
-Como alguna vez alguien me dijo… Creo que nunca habíamos estado tan unidos
-Si alguien osa reírse de ese comentario le lanzo una… ughh… maldición, porque por si no se han dado cuenta estoy hasta debajo de la torre –dijo la enfadada voz.
Finalmente el nudo de cuerpos se deshizo y el que estaba mas abajo finalmente sintió poder volver a respirar. La noche apenas y los iluminaba pero en la espesura se podía ver que todos traían capas color verde y sobre sus rostros sendas máscaras que evitaban incluso que se vieran sus ojos. Eran seis en total, tres de las figuras eran indudablemente mujeres, las otras tres parecían ser hombres, uno de ellos comenzó a caminar mientras los otros lo seguían.
-Vaya, y yo que pensé que haríamos una entrada dramática –dijo una de las voces masculinas aún sacudiéndose.
-Claro que fue dramática –le respondió sarcásticamente la voz masculina que iba al frente –cualquiera que nos hubiera visto se hubiera puesto a llorar
-Si pero de risa –dijo una voz femenina. Los demás intentaron ahogar su risa.
-¿Dónde estaremos? No reconozco el lugar –dijo una calmada voz femenina
-No creo que muy lejos de nuestro destino –dijo otra voz masculina, muy calmada y encogiéndose de hombros.
-Aún no se como daremos con ellos –volvió a preguntar alguien
-No te preocupes –dijo la voz que iba al frente –Donde haya problemas aparecerán.
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En una planicie donde se encontraban innumerables casas pintorescas y cálidas se encontraba una casa pequeña por fuera, pero muy amplia por dentro, pintada de un amarillo muy agradable y con tejas naranjas, un pequeño jardín muy cuidado y una reja de metal con fino acabado.
El problema era que nadie la podía ver… porque era el cuartel general de La Orden del Fénix.
-¡Sirius! –un joven hombre se encogió con rabia contenida pues sabía que había sido descubierto in fraganti, y poniendo cara de inocente giró para mirar a la persona que le gritaba, era una mujer mayor -¿Cuántas veces te tengo que decir que no metas esa motocicleta a la casa¡Ensucias la alfombra!
-Pero… pero, pobrecilla, no la puedo dejar sola afuera. Que tal si se la roban o… la reconocen
-Ash Sirius, no me vengas con excusas tontas –la mujer suspiró y se dio la vuelta –Procura que sea la última vez que la metes a la casa, porque si no ya verás.
-¡Claro! –aunque Sirius sonrió para sus adentros, no pensaba ni remotamente hacer caso a tal orden, su motocicleta no podía estar fuera sola al alcance de todos.
Sirius caminó a través del pequeño recibidor y dirigió su atención hacia una habitación contigua que estaba cerrada por una puerta de madera corrediza. Sonrió para sus adentros mientras comenzaba a rebuscar algo dentro de su capa pero sin sacarlo. De pronto pudo ver en uno de los sillones del lugar a un hombre que estaba leyendo el profeta. Tenía el cabello negro y alborotado, alto, delgado y con gafas.
-¿Qué hay James! –dijo Sirius con alegría aún rebuscando en su capa
-¡Hola! –luego centró su atención en lo que Sirius buscaba -¿Qué traes ahí Sirius? –dijo James mientras levantaba una ceja en dirección de las manos de su mejor amigo.
-Es una sorpresa –Sirius se dio aires de suficiencia mientras pasaba a un lado de James
-Vamos, dime que es –James seguía a Sirius mientras este sonreía divertido
-Si no es para ti que te importa –dijo el aparentando molestia
-Si no es para mi entonces que mas da que me digas –le contestó su amigo aún mas curioso
Pero la charla se interrumpió cuando a la habitación entraron dos personas mas, una de ellas con un largo cabello rojo oscuro y una túnica sencilla color azul, la otra, venía en sus brazos y no parecía tener mas de un año, ambas tenían los mismos ojos.
-¿Tan temprano y ya tramando cosas? –lanzó la pelirroja con una sonrisilla
-¿Nos crees capaces de ese tipo de artimañas Lily? –dijo muy ofendido James
-La verdad si –dijo ella sonriendo
-¡Ey! –interrumpió Sirius alegre y dirigiéndose a ellos - ¿Cómo esta mi ahijado favorito? –y dicho esto cargó al niño en brazos que lleno de alegría rió junto con él mientras lo alzaba en el aire.
-Claro, salúdalo a él, yo solo soy un producto de la imaginación –dijo muy contrariada Lily de que la hubiesen ignorado.
-Hola imagen de Lily producto de mi imaginación –le contestó Sirius aún elevando al niño.
-Yo que tu no haría eso camarada, acaba de comer –le advirtió James sonriendo de ver a su hijo tan alegre riendo.
-El nunca le haría eso a su apuesto tío Sirius –dijo el otro sin prestar atención y continuando elevando al niño.
-Por lo menos sabemos que eres la modestia caminando –intervino Lily con el entrecejo un poco fruncido pero divertida –Bien, suficientes vueltas a Harry, sino se va a enfermar y créeme que no te quedara nada de apuesto si eso pasa.
El sabía que no era verdad lo que decía, pero conocía a Lily y repentinamente bajo al niño al suelo, aunque este siguió levantando los brazos pues quería seguir jugando.
-¡Ah es cierto! –Sirius golpeó sus manos mientras se hincaba para acercarse a Harry y comenzaba a buscar algo en su capa –Le traje algo
-¿Otro juguete? –dijo Lily sorprendida –Si sigue juntando cosas tendrá que mudarse de habitación porque no va a entrar.
-Prometo que será el último por una temporada, solo que no pude resistirme cuando lo vi –dijo emocionado mirando a sus amigos –Es algo para que se acuerde de mi.
-Sirius... te vemos casi a diario –James había levantado ambas cejas –Créeme que si sigues así te adoptaremos legalmente.
-Oh vamos, no seas exagerado –Sirius cerró los ojos con impaciencia –Veamos si adivinan que es. Tiene que ver conmigo
-¿Una motocicleta? –preguntó James con sorna
-No, esa hasta que cumpla dos.
-Ni de broma –Lily había abierto mucho los ojos ante la mirada divertida de Sirius y James
-Tarán... –Sirius había sacado el peluche de un pequeño perro negro y muy lanudo y lo mostraba con orgullo a sus amigos, Lily lo miraba extrañada pero James había abierto mucho la boca
-Es... idéntico... –dijo un poco extrañado
-¿Verdad? –dijo el otro emocionado –desde que lo ví supe que debía comprarlo –miró a su ahijado con alegría y le mostró el peluche mientras Harry lo miraba con sus enormes ojos verdes. –De tu padrino para ti –dijo con gran parsinomia entregándole el peluche.
El pequeño lo tomó e instintivamente lo abrazó, apenas y era mas grande que el muñeco pero Sirius parecía fascinado de verlo en brazos de Harry.
-Ahora cuando crezca querrá un perro –dijo cansinamente pero enternecida Lily
-¿Para que? Ya tenemos uno. Haber Sirius dame la pata y hazte el muerto. –James le lanzó una divertida mirada a su amigo
-Mira que me parto de la risa, Cornamenta –contestó con sarcasmo Sirius
-Yo tam…
Pero la frase quedó en el aire pues acababa de aparecer un fogonazo a la mitad de la sala, interrumpiendo a los tres conversantes, y dejando a su paso una pluma de fénix junto a un pedazo de pergamino descuidado. James lo tomó mientras caía, las risas habían cesado, incluso Harry se mantenía en un silencio expectante, mientras el color de la cara de su madre desaparecía y Sirius endurecía su mirada viendo con tensa impaciencia a su amigo.
-Gray Hollow, a las afueras de Londres –James fijó su mirada en los ojos de su esposa
-Iremos –dijo con determinación ella
-No. –Pero la orden no provenía de James sino de Sirius, ambos lo miraron sorprendidos–Tú quédate con Harry, no debemos bajar la guardia. –su tono se suavizó –No te preocupes, con James y conmigo bastará, somos como un muro de hierro –intentó que su tono sonara casual y despreocupado, pero no podía permitir que los tres fueran a un ataque, jamás se lo perdonaría si le llegaba pasar algo a alguno de los dos, lo mejor era tener solo a uno que cuidar.
Lily miró a James con un tono entre preocupación y determinación y James, que parecía meditar algo también, suspiró –Sirius tiene razón, es lo mejor para Harry – Lily parecía querer oponerse pero luego miró a su hijo jugando en la alfombra, cerró los ojos y finalmente asintió. James se acercó a ella y le dio un suave beso en los labios- No te preocupes, estaremos bien.
Dio una última mirada a su hijo, que lo veía con sus grandes y brillantes ojos verdes abrazando al perro de peluche. Finalmente miró a su amigo con determinación y con un desaparecieron. Lily se acercó a su hijo y lo cargó con la mirada baja.
-Por favor, que estén bien...
--- o ---
Llevaban mas de medio día sentados a las afueras de un pequeño poblado lo suficientemente solitario para que nadie los viera ni molestara, todo había estado muy tranquilo, demasiado tranquilo. Se encontraban sentados en lo que parecía ser una pequeña zona con vegetación, sumidos en un silencio reflexivo o, mas bien, aburrido.
-¿Cuánto tiempo mas tendremos que esperar? –soltó uno de ellos, bastante alto, envuelto en su capa y con una máscara en la cabeza
-No lo sé –dijo una voz femenina con un tono ligeramente autoritario mirando a su reloj –Sabíamos que habría un ataque pero...
-No nos queda mas que esperar –dijo otra calmada voz masculina
Se volvieron a sumir en el silencio, el tercero de los hombres del grupo jugaba con su varita al parecer aburrido, aunque no se podía saber pues la máscara ocultaba totalmente sus facciones, movía la varita entre los dedos y parecía tener la vista perdida en el horizonte.
-¿Qué piensas? –le preguntó otra voz femenina. La tercera mujer se encontraba a parte del grupo sentada plácidamente junto a las bolsas de viaje que traían los misteriosos sujetos, al parecer ajena a toda conversación.
-Nada en particular –dijo el hombre con voz ausente, después de una breve pausa agregó –Solo pensaba... en a quienes encontraremos.
-Se que será difícil pero debemos ser fuertes –terminó la mujer mientras le ponía una mano en el hombro.
-Lo se –contestó a su vez con voz ausente
-Yo también estoy muy nervioso –agregó de pronto el hombre con la voz tranquila-no se como podré mantenerme en silencio –terminó bajando la voz un poco mas.
El hombre que jugaba la varita se detuvo y lo observó, porque así era como precisamente el se sentía, cayó en cuenta que para su compañero, esa empresa era tan difícil como para él. Suspiró y volvió a mover la varita entre los dedos.
-No lo digas ni de broma –intervino enérgicamente la chica de la voz ligeramente autoritaria –Eso sería desastroso
-Lo sabemos, créeme. –le contestó el hombre alto aún recargado en la pared cansinamente –No tienes que recordárnoslo cada quince minutos.
-Mira, yo solo quería... –contestó ella picada pero no pudo terminar porque la interrumpieron
-Alto los dos –dijo el que jugaba con la varita, ella quiso volver a contestar pero había notado que no los veía a ellos, el hombre se había enderezado completamente y estaba muy tenso, todos notaron que veía un punto del horizonte.
-¿Qué es eso? –dijo la chica que se encontraba junto al equipaje con voz ligeramente soñadora. Todos observaban una tenue lluvia de chispas que se veía a lo lejos.
-La batalla que esperábamos –le contestó el hombre que anteriormente jugaba con la varita colocándose al frente del grupo, como un líder -¿Listos todos? –los demás sacaron sus varitas y asintieron, luego el hombre miró hacia donde se veían los haces de luz brillante y dijo mas para si mismo que para los demás: –Llegó la hora.

--- o ---
Llevaban casi diez minutos peleando y la cantidad de mortífagos no disminuía, nadie más de la orden había llegado aún y ellos confiaban en que no tardaran en llegar; era cierto que eran muy buenos luchando, pero eso no significaba que fueran invencibles y sus fuerzas comenzaban a menguar.
James Potter y Sirius Black estaban espalda con espalda luchando encarnizadamente, verlos luchar era como ver a un solo ser moverse con agilidad y fuerza, se giraban, agachaba a la par, mientras arrojaban uno que otro comentario sarcástico con el fin de enfurecer a sus agresores.
-James –dijo, después de aturdir a uno de los mortífagos, Sirius –no hay ninguno del círculo interno en este ataque.
-Lo se –le contestó el susodicho esquivando un rayo rojo –Pero siguen siendo diez contra dos y no vamos a durar así, y ellos tampoco –hizo un ademán con la cabeza para señalar a tres hombres inconscientes y heridos –hay que llevarlos pronto a San Mungo.
-Vamos Cornamenta, de peores nos hemos librado –intentó animarlo Sirius airadamente –estos son principiantes.
Principiantes o no sabían pelear bien y James lo sabía. De pronto se tiró al piso, justo a tiempo, arrastrando con él a Sirius en el momento en que un rayo verde pasó rozándolos, y en el proceso, separándolos.
-Maldición –dijo por lo bajo James viendo, mientras corría, como su amigo se agachaba con una sonrisa de autosuficiencia esquivando los ataques, sin embargo James pudo notar, cuando sus miradas se cruzaron por un instante, cierta preocupación que pocos podían notar en él. Un rayo rojo rozó a James en el hombro arrancándole un grito de dolor- ¡Desmaius! –gritó a la vez, pero ahora tenía un cerco de mortífagos a su alrededor, y poco tiempo para reaccionar.
Se maldijo por su estupidez, y, por un segundo, pensó en Lily y en Harry, y el pecho se le oprimió.
-¡Petrificus Totalus! –Sonó de pronto una voz desconocida tirando a uno de los mortífagos del cerco de James.
Todo pareció detenerse por un instante, los mortífagos dieron la vuelta para observar algo que a James no le dio tiempo de ver, pues aprovechó el momento para desaparecer y volver a aparecerse a un lado de Sirius, que también veía algo y abría ligeramente la boca. Finalmente James también miró hacia donde suponía se encontraba quien había arrojado el hechizo, y abrió más sus ojos color avellana.
Frente a ellos y a los mortífagos se encontraban seis figuras, todas vestían capas verdes y tenían las varitas en alto. Traían máscaras blancas, similares a la de los mortífagos, pero a través de ellas no se podían observar los ojos, pues la máscara era atravesada por una franja oscura en esa área, sin embargo podía sentir como juntos irradiaban una gran fuerza.
-¿Quiénes son? –gritó el que parecía ser el líder del ataque mortífago y cuya voz, James no conocía.
-Lo peor que te pudo haber pasado –le contestó la figura mas alta.
-Será mejor que se vayan, –dijo la voz del hombre que se encontraba al frente y que parecía ser el líder –podrían salir lastimados.
-Ja,ja,ja, no nos hagas reír –gritó otro mortífago -¿Crees que bajaremos las varitas y nos iremos pacíficamente¿Acaso no sabes quienes somos?
-Mortífagos. –contestó tranquilamente el hombre –Los conozco bien.
-Entonces sabes que deberías temernos, estúpido.
-Supongo que eso se esperaría pero, desafortunadamente, no es el caso.
Sirius y James escuchaban ese tono calmado que, aunque sonaba ligeramente juvenil, hasta cierto punto les recordaba a Dumbledore. James se arrodilló cerca de los hombres heridos sin quitar su mirada de los extraños, suspiró aliviado al ver que aún respiraban, luego volvió a levantarse. Sirius aún no les quitaba la vista de encima, pero su mirada de desconcierto había pasado a una de desconfiada tensión.
-Pues ahora aprenderá a temernos estúpido –dijo fuera de si un mortífago lanzando un rayo aturdidor hacia el líder.
-¡Protejo! –un perfecto escudo de magia desvió el rayo aturdidor dejando sorprendidos a los mortífagos.
-Les ofrecimos irse por las buenas –dijo subiendo un poco mas su varita –Será por las malas entonces.
Las seis figuras se separaron repentinamente dirigiéndose a diferentes lugares, observando a diferentes mortífagos, quienes levantaron sus varitas a un tiempo para intentar detenerlos. Varios rayos aturdidores volaron por el aire pero ninguno dio en su blanco, los seis sujetos esquivaban y lanzaban a su vez maleficios con tal destreza que asombraba a los mortífagos.
James miraba especialmente al líder del grupo misterioso, este luchaba contra dos de los mortífagos, incluido el líder, y parecía hacerlo muy bien; se movía con una destreza digna de alabanza, girando a cada momento, agachándose, envistiendo, pero aún sin atacar, parecía disfrutar haciendo enojar a sus oponentes, pero a James le pareció que mas bien no quería atacarlos. Un rayo verde salió de la varita del líder de los mortífagos en dirección al hombre, pero este, con un rápido y preciso movimiento lo esquivó y con la misma agilidad sostuvo su varita en alto en dirección de sus atacantes.
-Expeliarmus –un potente rayo salió de su varita y desarmó a ambos mortífagos quienes miraron sorprendidos sus manos desde donde sus varitas habían volado –Accio Varitas –volvió a hablar el hombre y ambas varitas se dirigieron a su mano, luego, con un movimiento, unas cuerdas aparecieron de la nada y amarraron a los dos mortífagos, estos miraron sorprendidos como el hombre guardaba ambas varitas en su túnica para después girarse viendo hacia donde estaban James y Sirius.
Tal vez fue la impresión del momento, tal vez el misterio que envolvía a esos sujetos, pero cuando la mirada de James se conectó a la del misterioso individuo (porque estaba seguro que lo miraba fijamente), pudo sentir un escalofrío recorrer su cuerpo causándole una extraña sensación que no pudo definir, aunque le pareció que ya la había sentido antes. Después el individuo miró a Sirius, quien a su vez le veía con una cautelosa mirada, fue curioso, pero le dio la impresión de que quería acercárseles, sin embargo el sujeto volvió a girarse y se dirigió de nuevo a la batalla.
Pronto habían varios mortífagos desmayados en el piso, otros atados con las mismas cuerdas mágicas y los últimos dos miraban horrorizados al grupo misterioso que ahora se encontraba frente a ellos.
-Malditos –espetó uno de ellos apuntando con su varita –lo pagarán. –Y con dos sonoros desaparecieron.
-Debiste detenerlos. –le dijo una de las mujeres al líder del grupo –Ahora alertarán de nuestra presencia
-De todas formas se acabará enterando –le contestó como si no le diera importancia. Luego miró hacia donde estaban las dos solitarias figuras de James y Sirius. –Ahora es momento de la parte mas difícil, por lo menos ya llamamos su atención. –se giró hacia donde estaban, quiso caminar, pero se detuvo.
-¿Seguro que estarás bien? –le dijo el hombre mas alto con preocupación. El líder suspiró pero después se irguió en toda su estatura y volvió a tomar aire.
-Lo estaré. –Y comenzó a caminar con determinación hacia donde estaban mientras los demás lo seguían.
Cuando James y Sirius se dieron cuenta de que esos sujetos se dirigían hacia ellos, instintivamente levantaron las varitas, pero en realidad ninguno estaba seguro de si debía usarlas, sin embargo intentaron que su mirada no los delatara. A pocos pasos de donde estaban ellos, el grupo se detuvo.
-No tienen porque apuntarnos con eso señores. –dijo el líder que a pesar de todo, no tenía el tono fuerte y frío que le habían oído utilizar con los mortífagos. –No somos sus enemigos.
-¿Y que certeza tenemos de ello? –le contestó Sirius sin bajar la varita.
-Pues... –el hombre señaló hacia el antiguo campo de batalla –Tal vez esto por lo menos nos otorgue el beneficio de la duda.
James y Sirius se miraron y ambos bajaron las varitas a un tiempo, aunque seguían apretándolas en sus manos.
-Gracias –el líder hizo un ademán con la cabeza para demostrarlo –Ahora, quisiéramos pedirles un favor.
-¿Qué clase de favor? –preguntó James levantando ligeramente la ceja.
-Necesitamos ver a Albus Dumbledore –esta vez habló una de las mujeres que estaba junto al líder.
-Aja... ¿Y nosotros muy amablemente los llevaremos? –dijo con cierta ironía Sirius- no sabemos ni quienes somos, podrían... –pero James lo interrumpió:
-¿Para qué?
-Por favor, es muy importante –le pidió el líder.
El tono seguía siendo educado, y a hasta cierto punto distante, pero James creyó notar cierta súplica en la voz del joven, porque ahora estaba seguro de que se trataba de uno, pues la voz, aunque madura en su tono, tenía un timbre juvenil. Además, James no podía dejar de ignorar que ese sujeto no había lastimado a ninguno de los mortífagos si tenía la oportunidad.
-Esta bien –dijo finalmente, mientras Sirius lo miraba sorprendido
-Pero, James¿Cómo...?
-Sin embargo primero debemos llevar a estas personas al hospital –dijo ignorando a Sirius. Este quiso volver a intervenir pero se abstuvo.
-No será necesario –una de las chicas, al parecer la más pequeña levantó el brazo y un sinfín de chispas rojas brillaron –Ahora no tardarán en llegar refuerzos, pues el peligro ya pasó.
James la miró sorprendido, en realidad su plan era ir a San Mungo para tener mas ayuda en caso de que esos sujetos no fueran lo que aparentaban, dándole así tiempo para estudiarlos y determinar si eran de fiar, pero la chica se le había adelantado, parecía saber muy bien las señales que alertaban que el peligro había pasado, sabía que no tardarían en llegar los sanadores, ya no tenía opción, lo mejor era llevarlos con Dumbledore.
Sirius seguía indeciso, pero en parte entendía el plan de su amigo. Era consciente que lo mejor era parecer que accedían pues no era muy recomendable mantener una pelea a muerte contra esos sujetos pues sabía que llevarían las de perder. Miró a James que le asintió en silencio.
-En esa casa debe haber chimenea –dijo al fin, aún con cierta desconfianza Sirius, señalando una puerta a un lado suyo.
-Iré por nuestras cosas –dijo uno de los hombres, uno con una voz calmada.
-¿Traen equipaje? –preguntó extrañado James
-Somos viajeros con razones muy particulares –le contestó educadamente una de las chicas encogiéndose de hombros, sin embargo el tono les indicó que no les sacarían nada aún.
James se acercó a la puerta de la casa y la abrió con un movimiento de varita, cedió el paso al grupo, pues no pensaba quedar a merced de ellos, luego entró él. Sirius seguía en la puerta esperando al último que venía corriendo y utilizando la varita para mover seis mochilas.
Cuando el último hubo entrado, y cada uno de los sujetos tomó sus cosas, James volvió a hablar.

-Ahora, –dijo volviendo a levantar la varita, pero hablando con educación –me darán sus varitas, podrán entender que no permitiremos que sujetos como ustedes se acerquen a Dumbledore armados y lo pongan en peligro.
El líder miró hacia sus compañeros que mantenían una posición tensa ante esta última orden y les asintió. Luego volvió a mirar hacia James y sacando su varita de la capa la arrojó hacia él, quien la cachó sin mirar y se la pasó a Sirius. Los demás lo imitaron un poco mas recelosos.
-Gracias por su comprensión –dijo James un poco menos tenso y bajando su varita, luego se giró hacia Sirius -¿Podrías ir delante y avisarle a Dumbledore que vamos? Avísame cuando podamos cruzar.
-Ah no James, no te puedo dejar aquí solo –le dijo enfadado Sirius, pero James le sonrió
-Vamos¿no me crees capaz de defenderme si ellos no tienen su varita? –Sirius abrió la boca pero no dijo nada y la volvió a cerrar enfadado –Además Sirius, la ayuda ya llegó.
Y era cierto, fuera comenzaba a oírse el sonido de muchos magos apareciendo, seguramente el ministerio y la gente de San Mungo habían llegado. A Sirius al parecer este último argumento lo convenció, así que se dirigió aún ceñudo hacia la chimenea y la prendió con su varita. Buscó algo en su bolsillo y sacó un puñado de polvos flu que arrojó hacia las llamas.
-Volveré lo mas pronto posible James, ten cuidado.
-No te apures
Sirius dirigió una última mirada hacia el grupo, en particular, hacia el líder luego con voz fuerte y clara dijo: -Oficina de Albus Dumbledore, Hogwarts –y desapareció entre las verdes llamas.
Pasaron diez largos minutos, James se había recargado en la pared sin apartar la vista del grupo, nadie hablaba, sin embargo parecía que ellos también habían optado por ponerse cómodos, uno de ellos, alto y delgado, se había sentado en el piso y recargaba su cara en su mano, una de las chicas se había sentado de lado y parecía contar los ladrillos de la chimenea con una actitud hasta cierto punto aburrida y distante, el otro hombre también se había recargado en la pared y miraba a la ventana donde los aurores del ministerio se llevaban a los mortífagos, mas sin embargo ninguno se había dado cuenta de la presencia de los extraños en la casa. Las otras dos chicas se mantenían una a un lado de la otra junto al hombre sentado, pero no hablaban. Lo que mas disgustaba a James era el hecho de que parecía que el grupo estaba muy interesado en él, pues se turnaban para observarlo, para ser sincero, eso comenzaba tanto a extrañarle como a cansarle.
Sin embargo James estaba mas interesado en quien parecía ser el líder. Llevaba todo el tiempo exactamente en el mismo lugar, mirando fijamente a las llamas por donde Sirius había desaparecido, parecía perdido en sus pensamientos, como si estuviese muy lejos o recordando algo, en algunas ocasiones lo había mirado directamente, pero James se había dado cuenta de que si él también lo miraba, el joven enseguida desviaba la mirada y la bajaba viendo a las llamas de nuevo.
En esas estaba cuando las llamas volvieron a brillar y la cabeza de Sirius apareció, antes de que alguno hablara, James notó como el líder del grupo parecía ponerse muy tenso y se estremecía.
-James –dijo Sirius sin notar el estremecimiento del joven líder –dice Dumbledore que los espera –luego miró hacia el grupo y con otro desapareció.
-Vamos, de uno en uno –dijo James dirigiéndose al grupo y sacando de su túnica otra bolsita de polvos flu y ofreciéndola al líder.
Pero este parecía inmóvil frente a la chimenea viendo estático a donde hacia unos segundos había estado la cabeza de Sirius, esto le extraño mucho a James. Un pesado silencio se apoderó del lugar mientras todos veían al hombre que aún permanecía quieto, el sujeto alto se acercó al líder y le puso una mano en el hombro, este se sobresaltó y se giró a mirarlo.
-Vamos –le dijo en un tono bastante suave y precavido. El otro solo asintió y dándose cuenta de nuevo de la presencia de James suspiró y se acercó a la bolsa que le ofrecía, se detuvo antes de tomarla, evitando en todo momento mirar a la cara a James, quien no dejo de notarlo, finalmente tomó la bolsita y dándole la espalda, se la ofreció a sus compañeros.
Uno a uno fueron desapareciendo en las llamas verdes. Cuando solo quedaban el líder y James, el primero tomo un puñado y, para sorpresa de James, dejó la bolsita sobre la chimenea y sin dirigirle una sola mirada desapareció en un torbellino de llamas.
-Que raro –dijo James por lo bajo antes de tomar un puñado, guardarse la bolsita y meterse el mismo a las llamas.
Cuando el piso dejo de moverse se encontró en la oficina del director de Hogwarts y la miró con cierta melancolía, luego volvió a ver el grupo que se encontraba parado frente al director, quien los analizaba con sus gafas de media luna con una fuerte mirada. Vio a Sirius detrás del grupo con los brazos cruzados y se dirigió junto a él.
-Me dijeron que deseaban verme –el tono del director era amable pero firme –Pues, ustedes dirán.
-Verá, señor director –la que habló fue la joven mujer a un lado del líder, con un tono muy respetuoso y algo inseguro –quisiéramos que fuese a solas.
-Si como no –volvió a interrumpir Sirius –los vamos a dejar obedientemente a solas con Albus Dumbledore. No sabemos ni quienes rayos son.
-Quizá no hayan notado que no usamos máscaras por puro gusto –le contestó algo picado el hombre alto.
-Queremos mantener nuestro anonimato por razones muy personales –volvió a intervenir la misma mujer –Pero necesitamos hablar con Dumbledore de eso y de varias cosas importantes.
-Estamos tan interesados como Dumbledore sobre quienes son ustedes, y no pensamos dejar esta habitación sin saber si son confiables o no –dijo James educadamente pero en un tono peligroso.
El líder del grupo no había intervenido en toda la charla, desde que había llegado había estado pasando la mirada a los cuadros, deteniéndose en algunos en particular, actitud que no había pasado desapercibida para el director. Pero todos se quedaron en silencio cuando ese mismo líder comenzó a caminar con tranquilidad hacia la percha donde el fénix de Dumbledore estaba, quien lo miraba con sus enormes ojos amarillos.
-Hola Fawkes
Lo dijo con un tono casual y cariñoso, como si conociera al ave de mucho tiempo, mientras acariciaba con su mano enguantada la cabeza del fénix, quien la giro cerrando los ojos como si le gustara lo que hacía el hombre y soltó una suave y trémula nota.
Dumbledore había abierto ligeramente la boca, era esa actitud la que mas lo había sorprendido, Fawkes no era un pájaro que confiaba en todo mundo, y tampoco muchos lo conocían, ese joven lo intrigaba, y tenía la impresión de que no hablarían mas que frente a él. Además, si Fawkes confiaba en él, no tenía porque desconfiar.
-James, Sirius –dijo el director quitando la mirada del hombre y dirigiéndola a los también sorprendidos amigos –si son tan amables de esperar afuera.
Ambos miraron al director y luego al hombre que seguía acariciando a Fawkes sin dirigirles la mirada. Se miraron uno al otro y, con cierta desconfianza, obedecieron la orden, saliendo del despacho.
Cuando finalmente la puerta se cerró, el líder dejo de acariciar al fénix y bajo la mirada, para luego dirigirla al director, quien lo miraba.
-Creo que ahora serán capaces de decirme, sin temor a que mas personas sepan, quienes son y a que han venido.
El líder del grupo se dirigió de nuevo hacia donde estaban sus compañeros.
-Es algo... difícil de explicar –dijo nerviosa la mujer que antes había hablado.

--- o ---
-¡Arghh! Llevan casi una hora hablando¿qué pasará? –Sirius Black se quejaba por décima vez en ese rato, mientras se balanceaba en las dos patas de una silla.
-No lo se –le contestó James Potter con el ceño fruncido y mirando hacia la puerta del despacho –Me encantaría saber de que hablan.
-Si Dumbledore no hubiese puesto ese encantamiento en la puerta...
-Canuto, –dijo James con cierta altivez –teniendo a los dos alborotadores mas grandes de Hogwarts tras su puerta¿No se te hace ilógico que no lo haya puesto?
-Lo se, solo que me intrigan demasiado esos sujetos –la silla se recargó con un ruido sordo en sus cuatro patas, Sirius vio a su amigo -¿Viste como lucharon?
-Si –le contestó James ligeramente contrariado –No pude quitarles los ojos de encima, sobre todo al que parece ser el líder.
-Era el mejor de los seis sin duda. Mas sin embargo, James, aún no se porque accediste a traerlos con Dumbledore. –Sirius volvió a columpiarse en las dos patas de la silla sin dejar de ver a su amigo –Entiendo que eran mas que nosotros y que estábamos en desventaja pero...
-Para serte sincero, Sirius, no se bien porque lo hice –dijo volviendo a mirar hacia la puerta, luego bajo la mirada –Creo que en parte fue por lo que vi en la batalla, ese joven, el líder, luchó admirablemente pero nunca dañó a ninguno de sus oponentes. Un hombre así no puede ser totalmente malvado.
-Ay James, confías demasiado en la gente –a pesar de todo Sirius sonrió ligeramente a su amigo, que también le devolvió la sonrisa -¿Sabes? Un día de estos ese defecto tuyo te va a matar.
James le iba contestar cuando la puerta del despacho se abrió, Sirius se puso rápidamente de pie al ver pasar al director con el grupo de desconocidos detrás de él. El director se veía pensativo, incluso ligeramente pálido, pero cuando habló lo hizo con la misma seguridad y calma de siempre.
-Sirius¿Serías tan amable de ir con Hagrid y pedirle que prepare los carruajes? –dijo Dumbledore a su extrañado ex-alumno, quien, a pesar de que esta petición le pareció la última cosa que imaginó, salió del despacho con paso rápido.
-Dumbledore... –James se había vuelto hacia el director después de ver como su amigo desaparecía por el pasillo.
-Estas personas amablemente nos ayudarán un tiempo –dijo el director adivinando hacia donde quería llegar James, pero no dijo nada más y salió del lugar.
El castillo estaba desierto, ni un alma quedaba haciendo honor a las vacaciones de verano. James caminaba junto a un director callado y meditativo. De vez en cuando lanzaba furtivas miradas al grupo que iba atrás, quienes caminaban en silencio, hasta que uno de ellos lo rompió:
-Que solitario se ve esto sin los alumnos –dijo con cierta melancolía el hombre alto
-Eso es obvio, son vacaciones –le contestó la mujer a su lado con cierta autosuficiencia
-Ya lo se. –le contestó un poco molesto –Pero es que todo esta tan silencioso…
-¡Ah! Entonces ustedes estudiaron aquí –el tono de James era tal vez demasiado efusivo, y sobre todo no era una pregunta sino una afirmación
-Bien hecho –dijo por lo bajo el líder del grupo, los otros dos bajaron la cabeza apenados.
Mas fue una suerte que el líder trajera la máscara porque no pudo reprimir una sonrisa.
Salieron a las afueras del castillo, bajo el abrasador sol de Agosto, fuera estaba Hagrid sujetando los caballos invisibles que tiraban de dos carruajes. Sirius estaba apoyado en una de las carrozas mirando hacia la puerta del castillo.
-Profesor Dumbledore –dijo Hagrid acercándose al grupo, pero viendo con desconfianza a los encapuchados.
-Buen día, Hagrid –dijo con su benévola sonrisa el director mientras se dirigía a uno de los carruajes –James, Sirius, si son tan amables de ir conmigo en este carruaje, los demás creo que se acomodarán bien en el segundo.
Dicho esto se subió con agilidad al carruaje y se acomodó. Sirius y James se miraron con extrañeza¿qué había ocurrido en el despacho para que Dumbledore actuara con tal tranquilidad? Miraron hacia el segundo carruaje donde el grupo comenzaba a subir, el último en entrar fue el líder, que los observó por un segundo antes de subir y cerrar la puerta. Finalmente James y Sirius entraron a su carruaje y se sentaron uno a lado del otro frente al director.
-Usted dirá donde, director –se oyó tronar la voz de Hagrid
-Número 31 de la calle Yellow Rose
-¿Qué…! –exclamaron Sirius y James a un tiempo
-Pero…profesor… -dijo Hagrid, pero el director solo se acomodó mejor
-Ya me oíste, Hagrid –dijo con un tono amigable pero que no admitía réplica.
-Muy bien –asintió el semi-gigante –Ya lo oyeron chicos, vamos, moviéndose.
Las carrozas se elevaron en el aire con suavidad pero con gran rapidez. En unos segundos el castillo se volvió del tamaño de un pequeño alfiler. Sirius se removió en su asiento, e incapaz de seguir callado, exclamó:
-¿Podría dejar tanto misterio y decirnos quienes son esos sujetos y por qué los lleva al Cuartel General?
-Es cierto –le ayudó James –Llegan de pronto con su actitud de “Ey, somos los héroes del universo” –esto último lo dijo acentuando las palabras con sus dedos, y agregó: -Acaban con todos los mortífagos sin siguiera sudar, exigen hablar con usted y después hay que recibirlos con los brazos abiertos sin explicaciones y sin saber a que vienen. No entiendo.
-Así que pelean bien –dijo Dumbledore como si James hubiese estado contando una película –Debí imaginarlo –y sonrió
-¿Imaginar que? –preguntó fuera de sus casillas Sirius -¿Quiénes son ellos?
-Todo a su tiempo Sirius –el rostro de Dumbledore se puso serio –Por el momento bastará con que sepan que lo diré frente a toda la Orden en cuanto lleguemos
-¿Los dejará entrar? –preguntó sorprendido James -¿Son de fiar?
-Mas de los crees –le contestó Dumbledore con una enigmática sonrisa.
James se recargó molesto en su asiento y cruzó los brazos, era evidente que no le sacarían nada mas a Dumbledore por el momento, por lo que creyó solo un gasto de saliva seguir intentando que respondiera preguntas. Era mas fácil lograr que la puerta del carruaje hablara. Al parecer Sirius pensaba lo mismo pues comenzó a observar por la ventana con cierta aburrición.
Llegaron al cabo de 10 minutos, bajaron ágilmente de ambos carruajes, frente a ellos se encontraba la casa que servía de cuartel general, claro que el grupo recién llegado no la veía. Dumbledore sacó una hoja de pergamino de su túnica.
-Vengan, acérquense –dijo con un tono cálido y agradable a los extraños.
Se agruparon alrededor de Dumbledore y leyeron el papel rápidamente, después el director le prendió fuego con su varita. Cuando volvieron a levantar la vista, la casa amarilla había aparecido frente a sus ojos. Sin embargo, todos se abstuvieron de hacer algún comentario.
Dumbledore abrió la puerta con tranquilidad y los invitó a pasar. Ellos entraron primero, después James y Sirius, al final el director cerró la puerta. Ya se disponía el director a hablar cuando una voz se oyó por el corredor.
-¡James! –una mujer pelirroja se dirigió rápidamente hacia él y lo abrazó - ¿Qué ocurrió¿Por qué no volviste en cuanto el ataque terminó? Estaba muy preocupada.
-No te preocupes –le dijo sonriéndole –ya ves que estamos bien, solo que… –dirigió una mirada hacia el grupo que estaba atrás, y también su esposa –ocurrió algo imprevisto.
Lily observó al director, quien a su vez observaba al grupo desconocido que parecía muy silencioso y observaban a la pareja. Uno de ellos parecía estar utilizando todo su control mental para no estremecerse, cosa que a Dumbledore no le pasó desapercibida.
-¿Qué ocurre? –preguntó Lily y torció el gesto -¿Quiénes son ellos?
-Eso, Lily, es lo que todos nos preguntamos –le contestó Sirius observando al director, quien a su vez sonrió.
-James¿podrías avisar a la orden de una junta urgente? –dijo el director como si no hubiese habido ningún comentario sobre el grupo. Luego giró hacia ellos –Creo que estarán cansados después de tan largo viaje. Vengan, les mostraré donde podrán quedarse y descansar.
Dicho esto subió por las escaleras con total calma, uno a uno los miembros del grupo comenzaron a seguirlo. Una de las mujeres tomó el brazo del líder como obligándolo a caminar y, aunque este no opuso resistencia, seguía mirando hacia las tres personas que se quedaron en el vestíbulo, hasta que giró la cabeza y subió con rapidez las escaleras.
-Espero que estas dos habitaciones contiguas serán de su agrado –dijo amablemente el director, luego su mirada se puso seria –Descansen un poco mientras llegan los demás miembros y hablo con ellos, esta de mas decir que será difícil que confíen en gente enmascarada.
-Lo sabemos –dijo el líder –pero sabe que no tenemos opción.
-Por supuesto –dijo Dumbledore calmadamente –Pero debo recordarles que deben ser muy cuidadosos. Ahora podrán estar un poco tranquilos, yo los llamaré cuando tengan que bajar. –dicho esto dio media vuelta y volvió a bajar por las escaleras.
-Creo que iremos a dejar nuestras cosas y luego nos reuniremos en su habitación –dijo una de las mujeres cuando Dumbledore se alejó. El resto solo asintió y se metieron en sus habitaciones.
-Bonito lugar –dijo el hombre alto al entrar –Muy acogedor
Y era cierto, era una habitación que a simple vista era pequeña pero en realidad era bastante espaciosa. Tiraron sus mochilas en un rincón y el hombre alto se sentó en una de las camas.
-Solo hay dos camas, habrá que aparecer otra o decirle a Dumbledore que lo haga
La puerta sonó con un “Somos nosotras”. Uno de los hombres abrió.
-¿Qué tal las habitaciones? Confortables ¿no? –dijo una de ellas mas animada.
La mas pequeña de las mujeres murmuró algo y un rayo pegó en la puerta.
-Ya está. Ahora podremos hablar con total libertad y nadie podrá entrar sin nuestro permiso.
-Que bueno –exclamó el hombre alto comenzando a quitarse la máscara –Esta cosa me estaba matando, es terriblemente incómoda.
Todos lo comenzaron a imitar, el líder lo hizo con calma, y detrás de la máscara apareció un joven de cabello negro con ojos de un color verde esmeralda. Harry Potter tiró la máscara al piso con cierta tristeza reflejada en sus ojos.

Inserte aqui la pequeña, molesta y muy conocida advertencia de derechos...

Cap. 2 “Fantasmas del Pasado y Ängeles del Futuro”

Harry dejó caer la máscara al piso y se tiró a un lado de Ron en la cama mientras apoyaba la cara en las manos. A su lado su amigo finalmente se deshacía de la máscara y también la dejó caer al suelo.

-Esta cosa es lo mas molesto que existe –se quejó Ron -¡Estamos en Agosto¡Nos rostizaremos!

-Se aceptan sugerencias –le dijo su hermana soltando su cabello, el cual traía amarrado con una cola de caballo.

-Pues… siempre esta la poción multijugos –dijo animadamente

-Claro Ron… ¿Cómo no se nos había ocurrido? –dijo mordazmente Hermione plantándose frente a él y luego endureciendo la voz dijo: -primero¿Cómo piensas que obtendremos los ingredientes y prepararemos la poción sin que nadie lo note? –Ron abrió la boca para contestar pero ella no le dejó porque añadió: -Además¿En quien nos íbamos a convertir? La única a quien no podrían reconocer es a mi, y a menos que todos deseen ser mis hermanas gemelas y soporten el hecho de volverse mujeres no veo porque no se nos ocurrió usarla antes.

Ron cerró la boca molesto y se cruzó de brazos pero prefirió no hacer ningún comentario mientras Ginny dejaba escapar una risita divertida. Luna lo veía como si viera algo sorprendente, o tal vez era el caso que siempre observaba de la misma manera. Neville se acercó a Harry que aún mantenía las manos sobre su cabeza aunque parecía ver un punto en el infinito.

-Tu padre se parece mucho a ti –dijo sencillamente con una sonrisa

-Lo se –le contestó Harry muy por lo bajo

Los demás también giraron a mirar a Harry como si fuera la primera vez que lo veían, de nuevo sentía ese coraje cuando todos lo observaban aunque sabía que tenían una buena excusa y estaban preocupados por él.

-De veras, estoy bien –les dijo mirando al techo –Solo que por muy preparado mentalmente que este uno, siempre es difícil ver a los que ya no están.

A pesar del silencio que reinaba en el lugar, Harry notó como Hermione sonreía con una mirada extraña.

-Cuando la madre de Harry nos vio... –dijo mirando a todos pero a nadie en particular -¿notaron su mirada?

-Si –le contestó Ron y también sonrió –Es la misma mirada que hace Harry cuando algo le desconcierta.

-¿Qué? –preguntó Harry ligeramente desconcertado

-Si –alegó Ginny riendo ligeramente –Exactamente la mirada que traes ahora.

Harry no pudo evitarlo, también sonrió, pero no sin ligera melancolía. ¿Qué tantas similitudes encontraría entre él y su madre?

-Tu madre es muy hermosa –intervino soñadoramente Luna, viendo por primera vez a Harry.

-Gracias Luna –le contestó Harry hinchándose de orgullo interiormente, no podía negarlo, era muy hermosa.

-Pero si ambos están aquí... –meditó Neville por un segundo –Tu también debes estar en esta casa.

-Es cierto –añadió Ginny -¿En que parte de la casa estarás? Creó que será muy lindo verte con un año

-Si, seguramente lleno de comida y cosas vergonzosas –la expresión de Ron se pareció un momento como la de los gemelos cuando ideaban algún plan.

-¡Oigan! –exclamó Harry indignado y ligeramente sonrojado

-Debes ser muy tierno –intervino Hermione sonriente

-Cuando dejen de discutir de mi yo mas joven... –dijo Harry comenzando a perder los estribos.

-Dirás del “Harry bebe” –dijo divertido Ron

-Mira Weasley...

Pero Harry no terminó su frase porque el sonido del timbre seguido de muchas voces llegó hasta a la habitación. Todos quedaron en silencio, el rostro de Neville se oscureció.

-¿Creen... qué mis padres también lleguen? –dijo con un hilo de voz

Harry miró a Neville y notó como los demás se ponían nerviosos, tal vez para él era difícil ver a sus padres porque estaban muertos, pero para Neville también debía ser terrible, pues aunque no estaban muertos no había mucha diferencia.

-No es como si nunca los haya visto pero... –volvió a decir Neville al ver la cara de todos pero aún con la mirada baja, como no dándole importancia.

-Ellos eran parte de la orden original –intervino suavemente Hermione –seguramente llegarán.

-Si... es lo más seguro –dijo muy bajo Neville

-Neville, si quieres quedarte aquí... –empezó Harry pero Neville lo interrumpió:

-¡No! –dijo mas alto de lo normal –No... quiero decir... estaré bien, si tu pudiste entonces yo también lo resistiré –acabo con una ligera y temblorosa sonrisa.

Harry afirmó con la cabeza, los sonidos del salón habían cesado, seguramente Dumbledore estaba hablando con ellos¿qué les diría¿qué excusa sacaría para evitar que los descubrieran? Se distrajo al ver que Ginny rebuscaba algo con urgencia en su mochila.

-¿Qué buscas? –la pregunta de Ron coincidió con la que mentalmente Harry se hacía

-Esto –dijo triunfalmente Ginny sacando una de las orejas extensibles de los gemelos pero con muchas extensiones. –Ahora sabremos como se los dirá Dumbledore

-¡Buena idea! –dijo animadamente Ron tomando una y abriendo cuidadosamente la puerta

-¡No Ron¡Nos podrían ver sin la máscara! –gritó Hermione

-No te preocupes, todos deben estar en la charla.

Y abrió la puerta apenas lo suficiente para que el pedazo de oreja extensible pasara, con la agilidad y unos pocos trucos de los gemelos, llegó a la sala desde donde provenían las voces y se deslizó por debajo. Ginny ya había repartido las orejas a los demás y las voces se comenzaron a oír como si estuviesen frente a ellos.

-…daron durante la batalla de esta tarde –se oyó retumbar la voz de Dumbledore

-Pero seguimos sin saber quienes son, Dumbledore –dijo una voz que no llegaron a reconocer

-Por muy fuertes que sean Dumbledore –la voz que se oyó hizo que a Harry se le encogiera el estómago con alegría, era la de Lupin –no creo que sea prudente abrir de pronto las puertas sin saber nada de ellos.

-Claro que sabemos de ellos –le interrumpió una voz, Harry se estremeció, era Sirius –o por lo menos, Dumbledore sabe bastante pues charló con ellos un buen rato.

-¿Es cierto eso Dumbledore? –otra voz masculina y desconocida se dejo escuchar -¿Hablaste con esos individuos?

-Amablemente decidieron darme a conocer parte de sus planes para obtener ayuda.

-¿Entonces que es lo que quieren? –esta vez se oyó la voz de una mujer, una cálida voz que no conocían tampoco

-Pues como va a ser –dijo James encogiéndose de hombros –Creo que tenía la intención de asesinar a Dumbledore con la mirada, sabes lo poco que le gusta estar encerrada, y para ser sinceros a mi tampoco.

-Supongo que por el momento no hay otra opción que mantener los ojos abiertos –dijo un poco enfadado Sirius

- o –

Les sobresaltó el sonido de la puerta, habían estado muy metidos cada uno en sus pensamientos desde que habían llegado, ninguno había dicho ni una palabra, ni siquiera Neville, que aún seguía pálido y sentado en una de las camas viendo hacia la pared, a pesar de que él y Ginny habían llegado mucho antes que los demás. Por esa razón, oír la puerta los había sorprendido tanto.

Aún traían sus máscaras pero eso no le quitaba importancia al hecho del susto que les metió ver a su director, unos años mas joven, frente a ellos con cierto tipo de sonrisa que seguramente intentaba ser amable, pero los chicos estaban tan nerviosos, que bien podía haber traído máscara de payaso e igual estarían sorprendidos.

-Bien –dijo sonriente el director –todo ha salido tan bien como esperaba.

Harry torció el gesto, cosa que obviamente nadie vió, para ser sincero no consideraba que la cosa hubiese salido tan bien como él esperaba. Claro, no fue un desastre, pero estaba seguro que en su visualización del mágico momento en el que viera a sus padres vivos por primera vez no estaba Neville a punto de desfallecer, ni él olvidando olímpicamente todo su diálogo y de paso quedando como estúpido, ni mucho menos Sirius y su padre desconfiando de todo lo que decían. Y, aunque lo había considerado, debía admitir que no deseó que sus piernas flaquearan con tanta furia ante sus padres.

-¿A que ha venido Director? –preguntó intentando ser lo mas cortés posible, como si hablara con un extraño y no con su tan querido y a la vez odiado director.

-En realidad… -Dumbledore se detuvo para realizar un hechizo a la puerta –En realidad¿Harry cierto? –dijo con cierto tono curioso, éste último asintió -vine a informarles que dada la información que me han brindado, y de la cual admito saber mas de lo que debería, decidí tomar medidas mientras resolvemos el problema, por lo cual he pedido que las familias Potter y Longbottom se oculten por un tiempo.

-Esa es una gran idea –dijo animadamente Hermione

-Gracias, los Longbottom tienen una amplia familia por lo que no tendrán problemas para ocultarse –Dumbledore se volvió a detener mientras sus ojos brillaban inusualmente y miraba las hendiduras de la máscara de Harry –Sin embargo, de los Potter no puedo decir lo mismo. Así que ellos se quedarán ocultos aquí, en esta casa.

Un curioso silencio siguió a estas palabras, un muy largo, inesperado y hasta cierto punto gracioso silencio. Y al parecer todos traían esa misma expresión graciosa y desconcertada aunque era imposible ver a través de las máscaras.

-¿Qué…? –dijo muy bajo Harry totalmente sorprendido

-Lo que escucharon –contestó un poco risueño el director

-P…Pero… debe estar bromeando, no puede traerlos aquí.

-¿Por qué no? –el director lo había dicho con inocencia, cosa que no ayudaba al intento sobrehumano que realizaba Harry por no explotar contra Dumbledore.

-Profesor, -intervino Hermione con cautela, sintiendo que su amigo estaba a punto de perder totalmente la calma, lo cual no era muy difícil –dejar que se queden aquí puede provocar que se enteren de cosas que no deben y cierta información que no debe ser revelada sea mal interpretada.

-Al contrario, –dio sonriendo –estoy completamente seguro que eso no ocurrirá y que será lo mejor para su plan.

-¿Acaso esta loco?

La furia contenida con la que había hablado Harry hizo que un silencio inundara la habitación. Se estaba encarando a Dumbledore, pero no era el mismo que conocía toda su historia y que por eso lo comprendía en parte, este no sabía mucho de él mas que quien era. Pero parecía haberlo olvidado, estaba ante el mismo director que le provocaba tantos dolores de cabeza, que importaba la edad, la esencia era la misma, y lo desquiciaba.

-Harry… -dijo conciliadoramente Ginny

-¡NO! Esto es una locura. No me importa que tan bueno sea peleando contra este Voldemort –ignoró el escalofrío que algunos de sus amigos hicieron y miró al anciano que le regresaba la mirada con curiosa determinación –no tiene ni idea de cómo es nuestra época, y si cree que es una forma de enterarse del futuro no le va a funcionar.

-Al contrario de lo que crees yo no quiero enterarme mas del futuro. Ese es un tema delicado que no debe ser conocido ni modificado y el cielo me libre de saber algo mas de lo que ya se. Pero precisamente porque conozco a este Voldemort es que actúo así.

-Sigo sin entender que es lo que quiere decir –dijo un poco perdido Ron mirando a un Harry que comenzaba a tranquilizarse y al director.

-Al parecer no conocen al Voldemort de esta época y no quiero saber porque hasta que llegue el curso normal del tiempo, pero creo que deben estar enterados de la existencia de un traidor entre las filas de la orden. –Dumbledore miró el momento en el que todos mantuvieron la respiración, sobre todo Hermione, Ron y Harry –No voy a preguntar si conocen su identidad, aunque parece que lo saben, y por muy tentador que sea el saberlo, prefiero descubrirlo en su momento. Pero es lo que me incita a actuar como lo hago. Toda la orden estaba reunida hoy aquí, lo cual significa que el traidor también estuvo aquí.

-Por lo tanto también Voldemort estará informado –dijo sorprendida Hermione

El director asintió y su mirada se hizo mas seria.

-Eso es lo que me lleva a la actual situación. –se giró hacia la ventana –No hay muchos lugares en donde James y Lily se puedan ocultar, sus amigos mas cercanos están en la orden y los padres de James son bastante conocidos como para poder ocultarse ahí.

Ante la mención de sus abuelos, a Harry se le encogió el estómago nuevamente. ¿Abuelos? Era cierto, Sirius los mencionó alguna vez, pero hasta ahora no se había puesto a pensar en ellos. ¿Por qué no lo había hecho? Por lo que decía Dumbledore estaban vivos, tendría que investigar, pero sin levantar sospechas…

-¿Qué tal con tus tíos? –dijo de pronto Luna, pareciendo interesada por primera vez en la conversación.

-¡Claro! Seguramente los Dursley le van a abrir las puertas de par en par, sobre todo por como tratan a… ¡ay!

-¡Gracias por el comentario! –lo interrumpió Hermione mientras le daba un pisotón, antes de que Ron dijera algo indebido frente al director

-Perdón –dijo sorprendido

Harry solo negó con la cabeza y luego miró a Dumbledore quien muy a su pesar sonreía.

-Esta bien, –dijo Harry con un suspiro y girándose –deje que se queden aquí si le parece bien.

Lo había dicho con cierta calma, tal vez ligeramente enfadado, pero nada en comparación con las histerias que se detectaban en un sismógrafo. Lo que originó que el resto, a excepción de Dumbledore, que no lo conocía aún, lo miraran bastante anonadados.

-Entonces una vez decidido los dejo pues tengo que arreglar otros asuntos. – se detuvo ante la puerta a escuchar –Me parece que ya todos se fueron. Estén preparados pues mañana mismo llegaran los Potter. Me olvidaba, me imagino que deben tener hambre, pueden tomar todo lo que gusten.

-Gracias, profesor –murmuró Hermione lanzando furtivas miradas a Ron que se sujetaba el estómago.

Cuando se cerró la puerta Ron se giró hacia Harry quien ahora miraba por la ventana.

-Bien ¿Quién eres y que hiciste con el Harry histérico que yo conozco?

-¡Ron! –se indignó Ginny –Gran manera de expresarte, casi con el mismo tacto que un colacuerno.

-Harry, me parece que actuaste con mucha madurez, –dijo orgullosa Hermione –pero no puedo negar que no creo que sea buena idea que tus padres estén aquí.

Harry se centró en lo que había fuera de la ventana mientras se quitaba la máscara y hacía tiempo para no responderle a su amiga. Afuera estaba Sirius montando una motocicleta y despidiéndose de Lupin y Colagusano, que en ese momento desaparecían, y de James y Lily, la cual al parecer no estaba de muy buen humor y cargaba un bebe dormido, los Potter habían motando una escoba mucho mas larga que las que Harry había visto. Muy a su pesar, su corazón se llenó de emoción.

-Lo se, –dijo muy bajo, viendo como sus padres partían junto a Sirius –pero creo que en parte será lo mejor. No sabemos cuales de los seguidores de Voldemort hayan venido a esta época, ni que pretenden exactamente, pero tengo el mal presentimiento de que mi yo mas joven y mis padres son parte del plan. Por eso, por muy difícil que sea tenerlo cerca de mi, lo mejor es que estén bajo nuestra vigilancia.

Vio en silencio como desaparecían los dos puntos que antes eran Sirius y su familia. Nadie dijo nada por un rato hasta que el estómago de Ron habló por si solo indicando el hambre que tenía.

-Deberíamos bajar a cenar, me muero de hambre

-Si, yo también tengo hambre –reconoció Hermione -¿Bajamos?

-Claro –Ginny se puso de pie junto con Luna -¿Vienen?

Harry miraba a Neville, quien estaba sentado en la cama al parecer profundamente deprimido y miraba hacia la pared cabizbajo.

-En un momento los alcanzamos –dijo Harry aún mirando a Neville

-Err… claro, estaremos en la cocina –dijo Ron saliendo junto con las chicas acomodándose bien las máscaras al salir.

Harry caminó hacia la cama donde estaba Neville, miró la máscara tirada en el piso y se sentó del otro lado de la cama a espaldas de Neville.

-¿Qué tal? –le preguntó, se sintió un poco estúpido, la verdad es que él no era bueno para eso, pero dadas las circunstancias…

-¿Lo arruiné cierto? –le respondió Neville débilmente

-No, no Neville –le contesto Harry intentando sonar todo lo convincente posible.

-Siempre soñé con mis padres antes de… ya sabes, lo ocurrido. –Harry tragó saliva y siguió escuchando –Y mírame, mi sueño se cumple y casi me desmayo. Que mala opinión de la primera impresión de su hijo ¿no?

-Bueno, no saben que eres tú.

-Si, supongo –dijo aún mas deprimido

Harry se golpeó la frente. ¡Bien Harry, pensó enojado, húndelo mas en el pozo de sus desesperación¿por qué no le paso una cuerda de una vez, eso era justo lo que él necesitaba oír.

-Errr… -Harry se rascó la cabeza –mira, no soy bueno para animar, para eso es mejor el profesor Lupin, pero yo creo que es bastante comprensible que actuaras así, a cualquiera le hubiese pasado.

-Ya, pero tu no actuaste así.

-Lo cual no significa que no estuviese nervioso o que me viera un poco estúpido, solo que yo lo manifesté de otra manera, para ser sincero, creo que tampoco di una buena primera impresión.

Era extraño hablar así con Neville, era la primera vez que conversaban de ese tema, sin embargo era muy curiosa la forma en la que podía platicar tan libremente de lo que en parte sentía. No era algo que el hiciese con todo mundo, pero su compañero le hacía sentir una extraña conexión, en realidad no eran muy diferentes, circunstancias tan similares que en realidad solo tenían un punto de diferencia.

Una profecía.

-Deberíamos bajar a cenar o Ron se comerá todo lo que hay en la cocina –dijo intentando cambiar el ambiente.

-No tengo mucha hambre. –dijo débilmente, antes de que Harry objetara agregó: -A veces me gustaría tener tu fortaleza.

Quiso objetarle a Neville, odiaba que quisieran ser como él porque realmente no tenían ni idea de cómo era ser él, pero al verlo ahí, tan deprimido por no ser mas que Neville, no pudo. Todo su enojo se esfumó y suspiró.

-La próxima vez nos irá mejor –dijo jugando su última carta – cuando los veas nuevamente estarás bien y firme actuando como deseas y para que vean al verdadero Neville, al buen amigo y la valentía en ti. Y aunque no sepan que eres tu, estén orgullosos y piensen “ojalá nuestro hijo sea como él”.

Neville abrió mucho los ojos y se giró a mirar a Harry con los ojos ligeramente vidriosos, pero pese a todo, Harry lo había conseguido, ahora sonreía abiertamente, con esperanza.

-Si, creo que eso sería muy bueno

-Bien, ahora bajemos a comer –dijo cambiando el tema –porque yo también tengo hambre, tantas impresiones abren el apetito.

Neville asintió y se puso la máscara, mientras Harry iba a recoger la suya y también se la puso. Neville salió por la puerta y Harry, antes de salir, dio una última mirada a la ventana, pensando que a partir de mañana sería fuerte, para que sus padres, aunque no supieran que su hijo estaba en frente, estuvieran muy orgullosos, para darse la satisfacción de pensar que ellos no se sentirían defraudados.

—o–

Hao! Bueno finalmente el segundo capítulo. Este capítulo no tiene mucha acción mas que nada porque necesitaba dejar unas cosas en claro y quería centrarme en la impresión de los demás de ver a los muertos y mas o menos dejar en claro como va la cosa.

Para el próximo capítulo finalmente conoceremos al pequeño Harry (lo quería meter en este pero era mucho problema), la llegada de los Potter y un poco de acción de bienvenida de parte del Voldy pasado. Bye!

Cap. 3 “Hacia atrás... como en un sueño”
La mañana había llegado con todo su esplendor, una cálida mañana de Agosto, con un hermoso cielo azul y pequeños pajarillos cantando. Pero para Harry no pintaba tan bien como se veía.
A pesar de toda la alegría, pena y sorpresas del día anterior, y aunque estaba rendido después de tanta emoción, no había podido pegar el ojo en toda la noche. Por lo que había notado, tampoco Neville, aunque finalmente había visto que su cuerpo se había quedado quieto cerca de las 5 de la mañana. Cosa que no se podía aplicar a Ron, cuyos ronquidos indicaban que pocas cosas le quitaban el sueño.
Se levantó de la cama incapaz de seguir acostado mas tiempo. En la cama de a lado, Ron dormía a pierna suelta con la boca abierta, sonrió, si Hermione lo viera así tan descaradamente descansando le daría algo. Aunque en parte sentía envidia, ojalá el pudiese dormir tan bien como su amigo, pero al parecer era mas amigo del insomnio.
-Ya que se le va a hacer –suspiró para si mismo.
Se cambió en silencio, ya que solo contaba con túnicas de Hogwarts se puso unos jeans y una playera, aunque encima de esta se puso la capa verde con la que habían llegado, no era cómodo, pero por el momento era lo mas adecuado, se acomodó sus lentes y se puso la máscara.
Aún no había descubierto como Dumbledore había podido hechizar esas máscaras para que se amoldaran a su rostro y aún así entraran sus gafas sin que se notaran ni le estorbaran. Definitivamente el director era un hombre lleno de sorpresas.
Abrió la puerta y al cerrarla volvió a echar el hechizo de seguridad que Hermione había encontrado. Estaba muy nervioso, ese día, dentro de poco, sus padres llegarían a vivir a esa casa. ¡Iba a estar con ellos! Claro, no tenían idea de que él era su hijo, pero... tenerlos tan cerca era perturbador, alucinante.
Se detuvo de pronto. Había oído ruido abajo. ¿Habrían llegado ya? No podía ser, era muy temprano, además el ruido no era como si mucha gente estuviese ahí, mas bien parecía ser solo una persona. Bajo las escaleras lo mas silenciosamente posible, pensándolo detenidamente, ese era el cuartel general de la Orden del Fénix, era lógico que hubiese gente, ¿Pero tan temprano?
Los ruidos provenían de la cocina, se acercó con cautela, se asomó por una esquina. Una mujer bastante mayor, pequeña, con un corto cabello blanco y vistiendo túnica lila con un delantal encima, parecía estar preparando el desayuno. Desde su lugar, Harry miraba extrañado a esa anciana que al parecer aún no lo había visto. No recordaba haberla visto el día anterior y también le parecía extraño que una mujer tan mayor estuviese en la orden, bueno, Dumbledore no era precisamente un niño de brazos, pero esta señora no parecía tener la fuerza física para entablar una mortal batalla contra los mortífagos, además parecía ser bastante mas mayor que Dumbledore y eso ya era decir mucho.
En eso estaba pensando Harry cuando repentinamente la mujer volteó. Al ver a un hombre enmascarado viéndola furtivamente desde una esquina gritó con fuerza y tiró los platos que traía en las manos, al mismo tiempo que Harry, cogido desprevenido, también pegaba un bote.
-¡Ay! Lo siento –dijo de pronto la anciana sujetándose el pecho y con la respiración agitada –es que me asustó. –miró detenidamente a Harry y, para sorpresa de este, sonrió -¿Usted debe ser uno de los misteriosos sujetos que se unieron apenas a la Orden, cierto?
Harry, aún sorprendido por la actitud de la anciana solo asintió. Rapidamente se acercó a él.
-Mucho gusto en conocerle. –le tendió una arrugada mano que Harry estrechó un poco desconcertado – Albus me comunicó ayer de ustedes, para evitar que llegara y me sorprendieran, pero parece ser que a pesar de todo ocurrió. –se rió ligeramente –Yo soy la Sra. Prewett, ¿Y usted es...?
-Virens...
Prewett... Prewett... ¿Por qué le sonaba ese nombre?
-Mucho gusto, justo ahora estaba preparando el desayuno. –dijo y con un movimiento de varita reparó los platos rotos -¿Sus otros compañeros aún duermen? –Harry asintió –Me imagino que estaban muy cansados después de su viaje, en fin, será mejor que se siente joven Virens mientras esta todo listo.
Harry obedeció, esa señora hablaba mucho y mantenía una gran sonrisa en el rostro. Verla en la cocina le recordaba un poco a la Sra. Weasley aunque esta mujer era mucho mayor. Se oyó el inconfundible ruido de pasos, Harry y la Sra. Prewett giraron para ver quien llegaba.
-Bu... Buenos días...
Con una máscara y su capa encima apareció una chica que Harry identificó enseguida como Ginny. Aún bostezaba y, cuando notó la presencia de la anciana en la cocina, se quedó estática unos segundos.
-Buenos días querida –dijo alegremente la señora sonriendo.
-Em...-momento de reflexión ¿Cómo rayos era el nombre falso de Ginny? –Aereum, -empezó Harry al ver que su amiga seguía detenida –ella es la Sra. Prewett, Dumbledore le dijo que estabamos aquí y esta preparando el desayuno.
-¿Te llamas Aereum? ¡Que nombre tan bello! –con paso rápido se acercó a Ginny y la condujo con un brazo hacia la mesa, sentándola a un lado de Harry –Siéntate querida, en un segundo estará el desayuno. ¿El resto de sus compañeros ya despertaron?
Ginny volteó a ver a Harry, aunque no se veían las caras era claro lo que se querían comunicar, Harry solo encogió los hombros.
-Caerulus y Ostrum bajaran pronto, pero no se los chicos
-¡Oh! ¿Así que en total son tres chicas y cuantos chicos son? –preguntó mientras ponía un par de huevos con tocino, tostadas y jugo de calabaza en la mesa.
-Otros dos –contestó Harry aún viendo ligeramente contrariado a la mujer.
-Será mejor que los despierte o se enfriará el desayuno –dijo parándose dispuesta a subir.
-¡No! –dijeron a la vez Harry y Ginny
--No, no se apure, ya subo yo –contestó Harry intentando sonar educado y se paró de la mesa.
Se encaminó hasta la puerta de las chicas, pues había oído los ronquidos de Ron. Tocó suavemente la puerta.
-Chicas, soy yo.
-¿Virens? –oyó la voz de Hermione desde el otro lado de la puerta
-Si, podrían ir a nuestro cuarto un momento antes de bajar, debo decirles algo.
-Claro –la voz de Hermione se oía ligeramente preocupada
Con un movimiento de varita abrió la puerta de su habitación, encontró a Neville poniéndose la túnica, pero Ron aún seguía dormido.
-Buenos días, Harry –saludó
-Buenos días –contestó. Se dirigió a la cama de Ron -¡Ey! Ron, ya levántate.
-Si... la quaffle... salvaré... –y se dio la vuelta para volverse a dormir
-Ron –no hubo respuesta - ¡Ron! –lo mismo –Esta bien, tu lo pediste. ¡Ron mira! ¡Es Hermione con Victor Krum!
-¡¿QUÉ! –como si tuviese un resorte instalado se paró de golpe -¡¿Dónde!
Pero cuando se paró solo vió su habitación y sus dos compañeros partiéndose de la risa nada convencionalmente, pues Harry pataleaba en la cama.

-Eso es un truco sucio y vil –dijo un muy enfadado Ron
-Pero funciona ¿no? –le contestó Harry aún riéndose –Lo siento compañero, pero es que tengo que informarles algo importante que esta abajo, solo estoy esperando que Hermione y Luna vengan.
-¿Y Ginny? –preguntó Neville
-Abajo, yo vine a avisarles. –El sonido de toques en la puerta se escuchó
-Somos nosotras, abran
Harry las hizo pasar y todos se sentaron en las camas. Aunque Hermione no entendía bien porque Ron la miraba tan enojado mientras Harry y Neville parecían intentar aguantar las ganas de reírse.
-Tengo que avisarles de alguien...
--o--
Diez minutos después todos, incluyendo a Ron, estaban sentados en la mesa de la cocina observando a una risueña anciana que hablaba bastante, que si el clima, que si los precios, que si se compraba un gato, que si su fallecido esposo esto, que si su casa aquello. Aunque, como habían notado los chicos, no tocaba por ningún motivo el tema de la guerra ni de Voldemort.
-Sra. Prewett, -se aventuró Hermione –no piense que soy grosera ni nada pero, ¿qué hace exactamente usted? ¿Cuál es su función en la orden?
Por un momento pareció que una sombra cruzaba los ojos risueños de la anciana bruja. Luego sonrió.
-Oh no, no, -dijo agitando las manos –yo no formo parte activa de la Orden, el Cielo me libre, soy muy vieja para esas cosas, je, je, je. Pero me gusta sentirme útil, así que solo me encargo de mantener esta casa en orden y preparar comida cuando todos se reúnen. No participo en ninguna de las reuniones, yo misma reconozco que sería peligroso que alguien como yo supiese cosas no debidas, por eso no me meto en esos asuntos.
-Pero si no participa en la Orden... –preguntó Ginny - ¿Cómo es que...?
-Digamos que me gusta poner mi granito de arena para que ese infeliz reciba su merecido. –lo había dicho con dureza, una que no habían escuchado –Aunque sinceramente lo único que yo podría hacer es darle un par de nalgadas ja, ja, ja.
El timbre sonó, y rápidamente la mujer se disculpó y se dirigió hacia la puerta. El grupo se miró.
-Curiosa señora ¿no creen? –preguntó nerviosa Hermione
-Si, -contestó Ron –habla bastante, y eso que conozco a Percy.
-¿En que piensas? –le preguntó Ginny a Harry al notar que estaba mirando la mesa
-Es que no se porque, pero el apellido Prewett me suena, aunque no se de donde.
-Pues yo nunca la he visto, ni la he oído mencionar –contestó Ron –Y eso que estamos muy familiarizados con la Orden actual.
-Eso es comprensible –intervino Hermione –la Sra. Prewett no es precisamente...joven.
-Si –dijo Harry y miró otra vez hacia el desayuno, esa alegre anciana probablemente no estaría viva para cuando la orden se volviese a reunir.
-Eso es escalofriante ¿no creen? –preguntó Neville –Y muy triste
-Yo no me preocuparía, todos saben que la gente que muere de viejo va a parar al plano cuatro del noveno escalón del reino del mas allá.
Todos guardaron un silencio arrollador y voltearon a ver notablemente contrariados a Luna, que tranquilamente acababa de formar una figura con el desayuno poniéndole un palito en la cima de todo y que comenzaba a comer tranquilamente.
-¿En serio? –preguntó sorprendido Neville, mientras Ginny ser reía y Ron veía muy tentador el golpearse contra la mesa.
El sonido de voces llegó a la cocina, seguido de un:
-¡Sirius! ¡¿En que idioma te tengo que decir que no metas esa sucia motocicleta en mi limpio recibidor!
Harry se atragantó con el desayuno, en realidad casi se traga el tenedor. Neville le comenzó a dar unos golpecitos en la espalda.
-Tal vez si tuviese el cuerpo y la apariencia de una rubia veinteañera que de preferencia fuese modelo me escucharías.
-Oh vamos, sabes que eres la mujer de mi vida. Aún estoy esperando que me des el sí, tendremos una hermosa familia, mi moto podría ser nuestro retoño.
-Deja de decir tanta tontería –el tono de voz se había suavizado – y ya mete las cosas de Lily y James. ¿Vienen detrás de tuyo?
-Si, no tardan y...
Pero lo interrumpió un repentino ataque de tos proveniente de la cocina. Alguien que por cierto era la apariencia futura del niño que estaba por llegar a la casa. Los chicos se acomodaron las máscaras (Ron ayudó a Harry con la suya pues seguía tosiendo), justo a tiempo pues al momento apareció por la puerta el dueño de la voz.
Sirius Black no vestía con la túnica clásica de un mago, al verlo su estilo los hacía recordar un poco a Bill, traía pantalones y camiseta negra y gafas de sol, cuando se las quitó, un par de ojos grises les lanzaron una mirada de escrutinio.
-Vaya, son ustedes –se cruzó de brazos y se apoyó en la pared. Tras él apareció la Sra. Prewett
-No seas mal educado Sirius, ellos son nuestros huéspedes. –Si dirigió hacia los chicos –Ël es Sirius Black
-Si, ya lo conocíamos –dijo muy bajo Ron, pues nadie parecía capaz de hablar
-Tuvimos un encuentro ayer –habló Harry, incapaz de mantenerse callado. Quería mantener una conversación con Sirius, no importaba que no supiese nada de él, lo hacía sentirse tan bien.
Cosa que no duró mucho.
-Oh si, a ti te recuerdo –dijo Sirius rascándose la barbilla con actitud ligeramente aburrida –Eres... emm... ¿marciano?
Todos guardaron silencio, había algo extraño, no actuaba como el Sirius que conocían, pero para un Harry que alguna vez entro a un pensadero, la actitud no le era del todo extraña pero... tal vez, se equivocaba.
-Es Virens –dijo amablemente
-Es lo mismo, igual los dos son verdes. –dicho esto se dio la vuelta y salió –Subiré las cosas que traje.
-No le hagan caso –dijo la anciana – es solo que con toda esta situación... pero es un joven muy agradable, solo que le gusta bromear.
El resto guardó silencio, Harry suspiró. No sabía si reir o sentirse triste. Por un lado, tenía frente a Sirius, y por el otro, un Sirius que tenía toda la pinta de ser bastante arrogante y desconfiado.
Pero no tuvo mucho tiempo para pensar porque de pronto se oyó la voz de dos personas mas en la casa, un hombre y una mujer. A Harry se le cayó el alma a los pies.
-Ya llegaron –dijo de pronto la Sra. Prewett y salió presurosa de la cocina.
-Harry... –se aventuró a decir Ginny al ver como se había puesto tan tieso
-Estoy bien –mintió con una voz que no sonaba como la suya
-¿Por qué no debería estarlo señor Virens? –intervino una nueva voz
Los seis pegaron un bote en sus sillas, tras ellos había aparecido Albus Dumbledore.
-Profesor, no debería aparecerse así –dijo asustada Hermione
-Si, casi se me sale el corazón –contestó Ron
-Disculpen –dijo divertido – Solo que no creí conveniente aparecerme en la sala por el momento.
-¿Por qué no? –preguntó interesada Luna
Pero la respuesta llegó sola en la forma de un grito desde la sala:
-¡Argghh! ¡No veo a Dumbledore ayudándonos con el cambio! ¿Qué cree que viajamos ligeros? Es imposible con todas nuestras cosas y las de Harry ¡Hacemos magia no milagros!
La voz de Lily aún resonaba. Ginny parecía pensativa.
-Esa fuerza de voz me recuerda a alguien...
Era una suerte que Harry tuviese oculta la cara, no sabía si estaba rojo de vergüenza o de coraje. Por la puerta apareció la Sra. Prewett meneando la cabeza, se detuvo al ver a Dumbledore sonreír.
-Albus, que sorpresa, buenos días.
-Buenos días, Wendy. ¿Qué tal las cosas?
-Te recomiendo no hacerte visible por aquellos lados. –le contestó –Parece que Lily esta de malas hoy. –meneó la cabeza en forma negativa –Es una chica muy buena, pero cuando se enoja... solo espero que Harry no haya heredado ese carácter.
Ginny comenzó a reírse todo lo sutilmente que pudo (aunque falló), mientras Ron se atragantaba y los demás parecían hacer inhumanos intentos de mantener la compostura. Harry lanzaba amenazantes miradas a sus amigos y aunque ellos no podían verlas, intuían que estaban ahí, por lo que intentaban calmarse.
-Algo me dice Wendy –dijo risueño Dumbledore que había seguido todo –que heredará buena parte de esa forma de ser. Ahora si eres tan amable de acompañarme por algo.
Ambos salieron por otra puerta mientras la anciana negaba con la cabeza y murmuraba un “que barbaridad”, mientras el resto de los chicos hacían admirables esfuerzos para no estallar en carcajadas.
-Oh, ya cállense –dijo un muy enfadado Harry saliendo de la cocina. Al pasar por la puerta las carcajadas estallaron para rabia de Harry.
Bien, que se rieran si querían, que le importaba. En fin que ellos no entendían, por eso, y antes de arrojarse al cuello de alguien, decidió ir a su habitación. Así también evitaría mas problemas. Pero alguien le gritó:
-¡Ey tu! ¡Duende! –gritó Sirius cuando lo vió pasar
-Es Virens... –dijo entre dientes Harry sin siquiera voltear y apunto de estallar
-Como sea, ya que te ves tan saludable y campante ¿Podrías venir y darme una mano con esto? –señaló varios muebles
Harry volvió sus pasos sorprendido de ver tantos muebles, en lugar de parecer que se iban a quedar un tiempo, parecía que se quedarían años.
-¿Para que es todo esto?
-Seguramente ha de ser para practicar salto en garrocha –dijo irónicamente Sirius -¿Para que crees que sirven los muebles?
-No estaba hablando de eso –le contestó Harry intentando clamarse –No entiendo porque tantos muebles
-Es que a mi esposa Lily le dio por traerse la casa –dijo otra voz
James acababa de aparecerse con su varita en alto dirigiendo mas muebles. Harry comenzó a temblar aunque no lo notaron.
-Tal vez piense que cuando volvamos los muebles no nos van a reconocer o se sentirán abandonados. –dijo bajando los muebles y secándose el sudor, luego miró a Harry –Parece que compartiremos casa por algún tiempo –comentó no muy contento que digamos -¿y el resto de tus compañeros, el equipo arco iris?
Harry torció el gesto, ¿qué el día de hoy traía un letrero de “búrlense de Harry”? Sin embargo fue Sirius el que contestó
-Partiéndose de la risa en la cocina por lo que pude oír –miró a Harry -¿Qué es tan gracioso?
-Nada en particular –dijo para librarse -¿Ayudo con esto?
-¿Qué? ¿Ninguna misión para salvar al mundo? –preguntó James levantando ambas cejas –Con la pinta misteriosa de héroes que se cargan...
-No, –contestó Harry sonriendo interiormente –la princesa mágica que tenía que salvar hoy canceló, así que tengo la agenda libre.
-Siendo así... –dijo James encogiéndo los hombros –eres bienvenido a la Asociación de Cargadores contra su voluntad, yo soy tu superior al mando, James Potter –y le tendió una mano.
El corazón de Harry se llenó de emoción. Una mano idéntica a la suya... y por primera vez, desde que tenía memoria, iba a estrecharla, a tocarla... Quería arrojar el guante que traía y sentirla de verdad pero... esa mano era tan parecida a la suya...
-¿Qué? ¿Eres alérgico al toque humano?
-¿Eh?
Harry despertó de su sueño. Frente a él, James lo veía con el entrecejo fruncido, aún le ofrecía la mano y Harry cayó en cuenta que había dejado esperando a su padre con la mano así. Debió pensar que era un gesto grosero. Rápidamente se la dio.
-Lo siento, me distraje –dijo retirándola contra su voluntad
-Tal vez en Marte eso no sea un saludo –sugirió Sirius como quien no quiere la cosa, mientras con la varita hacía levitar algunas cosas. –Venga, toma algunas cosas y sígueme –terminó mientras James se reía por lo bajo.
Harry suspiró y con un movimiento hizo levitar algunos muebles y comenzó a seguir a Sirius por las escaleras. No notó una rápida mirada cómplice que intercambiaron Sirius y James. Vio las habitaciones donde él y sus amigos se quedaban y, apenas separado por un corto corredor, estaban otro par de habitaciones, desde una de ellas se oían voces.
-¿Dónde vas a querer que ponga esto, Lily? –oyó que dijo Sirius
-Ponlo en aquella habitación.
A Harry casi se le caen los muebles, frente a él acababa de aparecer su madre, vestía una sencilla túnica azul cielo y traía su rojo cabello sujeto por una cinta del mismo color. Los brillantes ojos verdes de su madre se posaron en él.
-Buenos días –dijo Lily mirandolo fijamente –No los había visto por aquí
-Eh… ah…pues… -Harry solo pudo señalar hacia abajo, donde estaba la cocina, simplemente le era imposible articular palabra.
-Veo que eres una persona sumamente elocuente –intervino Sirius mientras comenzaba a bajar las escaleras
Lily lo vió bajar con el ceño fruncido. Luego volvió a mirar a Harry con una ligera y tímida sonrisa.
-Discúlpalo, le gusta bromear pero… -se detuvo al ver como su acompañante daba un paso atrás como si acabase de ver a Hagrid con tutú.
Se le paraba el corazón, de verdad, se le paraba el corazón… De por si era raro ver a sus padres entrar y salir a cada rato por la casa, oír su voz y para colmo tener a Sirius tan cerca y no poder decirle todo lo que no pudo en vida… que ahora lo que acababa de ver estaba a tres cuadras mas allá de lo bizarro…
-Mamá…
Acababa de aparecer una personita por la puerta de la habitación. Vestía a usanza muggle, traía una playera verde al igual que sus pantalones, color que hacía juego con sus grandes ojos que sobresalían sobre una mata de pelo azabache.
Harry Potter con tan solo un año, al ver al extraño se había refugiado en la túnica de su madre.
-Creo que aún no conocen a mi hijo…
-¡Madre de…!

El grito sorpresivo de Hermione había interrumpido la plática. Lo cual en parte había sido un alivio para Harry, había manejado bien a sus padres y a Sirius, pero por alguna extraña razón verse a si mismo se le estaba escapando de las manos.
El resto del grupo había subido al ver que su líder no aparecía, temiendo que estuviese taciturno en su habitación para no perder la costumbre, así que habían decidido subir. Aunque también temían que en un arranque fuera y contara toda la verdad a sus padres. Pero lo que vieron los dejo de una pieza.
Una vez más, las máscaras les habían salvado de una situación difícil, porque a juzgar por el grito de Hermione y porque sus amigos parecían fijos en el piso viendo a su yo mas joven, la expresión de su cara era muy parecida a la que Harry traía.
-Buenos días –dijo no muy segura Lily después de semejante grito
-¡Ah! Bu…Buenos días –dijo un poco apenada Hermione -¿Es… su hijo? –preguntó intentando sonar casual y no sospechosa.
Aunque por la mente de la mayor parte de las personas del lugar pasó la idea de que nunca habían oído pregunta mas tonta en su vida. Ron incluso se mordió la lengua para no comentar nada sarcástico, aunque era tentador.
-Si. –dijo un poco mas tranquila Lily –Su nombre es Harry
Nadie dijo nada. Prefirieron dejar su actitud de estatuas y acercarse con rapidez hacia donde el Harry mayor estaba. La verdad no había mucho que decir, ¿qué? ¿De pronto iban a decir, “ya sabíamos que así se llamaba”? o “¿Se fijaron que no tiene cicatriz?”, tal vez mejor “Mire, aquí tenemos la versión crecida”.
-Hola Harry
La voz generalmente ausente de Luna ahora estaba cargada de tranquilidad. De pronto todos vieron como se había hincado para ponerse a la altura del niño. Este miraba la máscara con desconfianza, pero a pesar de todo, sus ojos brillaban con inocente curiosidad. Ginny siguió a Luna y también se hincó, era extraño ver al niño y recordar súbitamente que tenía al actual detrás de ella. Tantos cambios, tanto dolor. El Harry que la veía no era el mismo, y por mucho, del que ella conocía, lo mas importante era la ausencia de la cicatriz. Era extraño… ahora que lo pensaba, esa cicatriz no era solo una marca en la piel, era una marca en el alma de Harry.
-Es muy lindo su hijo –dijo mirando a Lily, esta sonrió
-Gracias –era una sonrisa un poco mas relajada, aunque aún se notaba que mantenía cierta precaución
Los volvió a interrumpir la llegada de James y Sirius que parecían estar realizando una lucha por ver quien subía mas cosas a las escaleras con la varita, pero comprobaron, con una sonrisa de oreja a oreja y ante la cara histérica de Lily, que no podían subir tantos muebles al mismo tiempo y por el mismo mínimo espacio, por lo que las cosas cayeron estrepitosamente por las escaleras ante las carcajadas de ambos amigos. Lily arrancó con cara de pocos amigos hacia donde estaban su esposo y amigo. Al momento los dos hombres echaron a correr escaleras abajo.
-¡Ey! No huyan cobardes
El Harry bebe parecía mas interesado en los nuevos inquilinos. Aún miraba a todos con atención, el resto… también.
-Que cosa mas rara –dijo Neville mirando al niño
-Hombre, Neville, no seas tan directo, que lo puede oír–le contestó Ron alegremente.
-Ja,ja,ja –le contestó irónicamente Harry –ten cuidado, que tal vez ese Harry se vea muy tranquilo pero este sabe muchas maldiciones.
-Pero no puedes negar que es muy extraño tener a los dos aquí –intervino Hermione –Es…
-¿Surrealista? –aportó Ginny
-Yo diría bizarro –terminó Luna
-Vaya, si ella lo considera así debe estar muy lejos del parámetro normal –dijo muy bajo Ron para que solo Harry pudiese oírlo. Harry asintió, tenía mucha razón.
Volvió a mirar a su yo mas joven, este le devolvía la mirada. No sabía porque pero al verlo una sensación extraña le recorría, como si fuese una corriente eléctrica. Su yo mas joven sonrió, era como si sintiese que no debía temerle.
El silencio en el lugar se rompió cuando se oyó un fuerte crack seguido de un:
-¡Ataque! ¡Gray Hollow otra vez!
Al momento los seis chicos corrieron hacia donde estaban las escaleras seguidos del niño. Pudieron observar que abajo estaba Mundungus junto con los demás. Desde lo alto de las escaleras oían todo con claridad.
-¿Otra vez? Ayer estuvieron ahí –dijo contrariado James –Deben estar buscando algo.
-¿Cuántos son? –preguntó Dumbledore con un gesto amenazador, acababa de salir de la cocina.
-Unos veinte. –respondió el ladrón –Es lo que pude oír
-Son bastantes –dijo enojada Lily –nosotros tan solo somos 3 sin contar a Dung y a Dumbledore.
-En realidad si no los contamos a ellos, somos 9 –intervino una voz femenina. Ginny.
Dumbledore, a pesar de todo, sonrió un poco. Los demás miraron hacia arriba, aún no se acostumbraban a esos extraños. Sin embargo, seis figuras enmascaradas estaban al pie de la escalera con las varitas en la mano.
-No es buena idea, –dijo contrariado James –no estamos completamente seguros que sean de fiar.
-Tiene toda la razón –apoyó Sirius –todavía no tienen mi confianza.
-Pero si la mía –dijo muy seria Lily.
James, Sirius y Mundungus la miraron extrañados, Dumbledore sin embargo sonrió mas. Ella miraba hacia arriba, donde estaban los chicos, mas específicamente al líder.
Los otros también miraron, James casi se va para atrás. Su pequeño hijo asomaba también entre el grupo, estaba fuertemente sujeto a la túnica de Virens, en una actitud que solo tomaba con la gente mas apegada a él, específicamente, con sus padres. Que su Harry tomara esa actitud de tanta confianza con un completo desconocido era fuera de lo común, su hijo era tímido por naturaleza y que precisamente fuese ese sujeto quien había logrado que su niño estuviese tan en confianza le disgustaba y a la vez, desconcertaba.
El Harry mayor sintió un tirón en su túnica. Miró hacia abajo extrañado y lo que vió lo sorprendió mas. Ahora comprendía el repentino cambio de parecer de su madre, su yo pequeño estaba sujeto a él, con fuerza y confianza. El niño levantó la mirada y, cuando se conectaron aún a través de la máscara, le sonrió.
Era extraño ver esa sonrisa, un sincera, cálida y despreocupada sonrisa. Su mente voló por sus recuerdos y por mas que lo intentó, no pudo recordar un solo momento en el que haya hecho tal gesto. Sus recuerdos comenzaban con los Dursley y definitivamente no haba tenido muchos motivos para sonreír.
Inconscientemente sintió un poco de tristeza, a él le hubiese gustado poder esbozar ese tipo de sonrisas o por lo menos recordarlas…
-Aunque no confíen en nosotros, –dijo Harry alejando los pensamientos –iremos, pues una pelea de 20 contra ustedes es algo descabellado.
James miró a su esposa, esta le esbozaba una enigmática sonrisa que él conocía bien. Miró a Sirius, este le devolvía la mirada de desconfianza que los sujetos le ocasionaban, sin embargo tenían razón, era un suicidio ir sin ellos a ese lugar, aún con Dumbledore con ellos, eran demasiados mortífagos y no quería perder a ninguno de sus seres queridos.
Miró a su hijo que aún sujetaba la túnica de Virens. No podía dejarlo solo, y si para vencer en esa maldita guerra tenía que confiar en ellos como un rayo de luz, pues así sería. Suspiró.
-¿Pues que esperamos? –dijo con una mueca Sirius al entender que no había opción.
Sin embargo pudieron observar como el grupo se revolvía nervioso.
-Es que… -comenzó una de las chicas, Ginny –Aparecernos nos es una opción para nosotros.
-¿Qué? –preguntó James atónito -¿Acaso no son tan poderosos? ¿O no tienen la edad?
-Digamos que es algo imposible de hacer por muchos motivos –intervino Ron
Y vaya que era difícil por el momento. Una de las razones mas importantes era la edad, Ginny y Luna aún no podían presentar el examen y a Neville todavía no le cogía el truco. El trío ya tenía la edad e incluso el carné (sin contar el memorable episodio en el que Ron perdió su brazo y este apareció en otro país) pero el problema principal era que las apariciones estaban hasta cierto punto reguladas y no dudaban que hubiese muchos espías en el Ministerio por lo que resultaría muy peligroso que sus nombres aparecieran de pronto. Iba ser difícil de explicar que un par de niños que no pasaban los dos años aparecieran por toda Inglaterra.
-Entiendo –dijo Dumbledore –entonces es preciso que busquemos otra manera pues el tiempo es oro y ya deberíamos estar ahí.
Se acercó a donde había un florero y lo tocó con su varita murmurando un “portus”, al momento el florero brillo azul y Dumbledore lo tomó.
-Supongo que todos conocen como funciona un trasladador –hubo un asentimiento –bien, vengan y tóquenlo, los llevará al lugar de los hechos.
Los chicos comenzaron a bajar, Harry se disponía a bajar cuando Hermione lo detuvo.
-Creo que tendrás que cargarlo, no creo que sea muy seguro que baje las escaleras solo.
Harry miró hacia abajo, su yo mas joven lo miraba con curiosidad. Luego miró tontamente hacia las escaleras y cayó en cuenta. Era ilógico que un niño tan pequeño bajara solo las escaleras, en realidad era peligroso. Mas si tomaba en cuenta que no podía dejar que le pasara nada pues era él mismo.
-Err… si
Se sentía estúpido porque negarlo. Y mas cuando todos lo veían con una curiosidad que le parecía molesta, odiaba que lo miraran. Tenía que tranquilizarse, hacer como si no hubiese nadie… ¡pero como le costaba!
Venciendo su vergüenza y el sentimiento de “que idiotez” que revoloteaba por su cabeza, se agachó para recoger al niño, este viendo la intención levantó los brazos y en un momento estaba de pie con su mini-él en brazos.
-¿Tengo monos en la cara o que? –dijo bruscamente pues sus amigos seguían mirándolo.
Conociendo la forma en que su amigo podía explotar como si fuese olla Express, desviaron la vista y comenzaron a bajar las escaleras. Al llegar abajo el niño extendió los brazos hacia su madre y Harry, evitando cualquier toque y sin perderla de vista embobado, le entregó al niño. Lily no hizo ningún comentario, pero por la profunda mirada que tenía, era obvio que su mente no estaba tan callada como su boca.
Su mirada de pronto se hizo mas triste sin embargo esbozó una sonrisa. Una madre que se lo jugaba todo por darle un futuro a su hijo y mientras estuviese en sus manos lo haría. Lily le dio un triste y largo beso a su hijo y sonriendo le dijo:
-Portate bien, no tardaremos –acto seguido le pasó el bebe a James
-Bien mi buscador estrella no hagas de las tuyas y obedece a la Sra. Prewett –dijo mientras le revolvía el cabello con una gran sonrisa
-¡Ey! –intervino Sirius –si se porta tan bien no será divertido –tomó al niño entre sus brazos y mientras se lo entregó a la Sra. Prewett –No tardaremos, sentenció.
-Cuídense mucho –dijo la anciana con el niño en brazos.
El pequeño no dijo nada, tampoco era que su nivel de habla fuese tan extenso, pero ni siquiera lloró. Estaba demasiado acostumbrado a que sus padres salieran como para incomodarse. Tan solo hizo un gesto con su manita de despedida, abriéndola y cerrándola, decir adios todavía era imposible para él.
Nadie sonreía, por lo menos no con sinceridad, Lily miraba a su hijo con melancolía, rogando con todo su ser volver a verlo junto a su esposo. Eso era la guerra nadie podía saber si volvería vivo a ver a sus seres queridos. James la tomó por los hombros y le sonrío.
-Confía –le dijo muy bajo
-Bien, vámonos –dijo Sirius intentando terminar con la plática y apresurándolos para darles ánimos –que si no pasa la hora de la comida y de veras me enfado.
Con un sonoro crack las tres figuras desaparecieron.
-Mundungus, –comenzó el director –quédate aquí por si llega alguien mas. –este asintió, luego se giró hacia los chicos –Vamos, el tiempo apremia.
Pero nadie se movía, se habían quedado pensativos ante la escena. Luna salió de su trance y tomó a Ginny y a Neville obligándolos a caminar. Hermione con una mano en la boca empujó a Ron y a Harry. Pero este último estaba conmocionado, inmóvil y conmovido…
Había visto como se despedían de su hijo, de él y su fuerza había flaqueado quisiese o no.
-Sr. Virens… -preguntó muy bajo la Sra. Prewett
-Vamos compañero –Ron empujó a Harry –todo saldrá bien
Harry caminó hacia donde estaba Dumbledore muy serio y pensativo, no lo miró, quería sus pensamientos solo para él, aunque estaba bastante seguro de que el director no iba a entrar en su mente a riesgo de enterarse de cosas que no debía.
-¿Todos listos? –preguntó el director, asintieron
Harry sintió el habitual gancho en el ombligo, de pronto estaba envuelto en un remolino de colores. Y mientras viajaba a una velocidad vertiginosa pensaba que iba a hacer todo lo posible por que sus padres regresaran sin un solo rasguño y que acabaría con Voldemort aunque la vida se le fuera en ello.

Si!! es MUY MUY bueno... lo recomiendo...Ruber...** cierto mafee!!

jajajjaja Virens!!

ay ese es genial!ESTO ES SPAM SAMUEL?

de que hablas?

el fic...

ya se

es super!! James

como dije antes, ahora leo... no tengo ganas

......................sam ¬¬